'Escrache' era un vocablo desconocido hasta hace bien poco para la mayoría de los españoles. Sin embargo, en estos días, es de las palabras más utilizadas tanto en la calle como en los medios de comunicación.
Recientemente, en España se ha adoptado esta costumbre que surgió en Argentina y que consiste en una manifestación pacífica frente a las casas o los lugares de trabajo de ciertos cargos públicos. El objeto de estas reuniones es mostrar a la opinión pública el descontento generalizado frente a unos gobernantes a los que se considera responsables de la mala situación social y de una inactividad para intentar remediarla.
Nadie duda que en España hay una profunda crisis tanto económica y social como de valores. El pueblo se ha cansado de esta situación y está empezando a tomar la palabra y a alzar la voz. Los escraches son la -quizás- mejor manera que han encontrado para reivindicarse, diciendo algo así como 'estamos aquí y no vamos a quedarnos quietos ante vuestras actuaciones (o falta de acción)'.
Ver cómo el dinero de todos y los valores de quienes nos gobiernan no hacen más que caer en espiral hacia un agujero negro que parece no tener fondo ha colmado la enorme paciencia que ha tenido hasta ahora el pueblo: millones de parados que crecen sin cesar, desplome de los mercados, corrupción por doquier,... es lógico que, ante esto, los ciudadanos hayan dicho 'basta'. Y es plausible que lo hayan hecho sin valerse de la violencia.
Vocación de periodista
miércoles, 24 de abril de 2013
sábado, 23 de marzo de 2013
Francisco I
La fumata blanca ha hablado desde la basílica de San Pedro del Vaticano: Habemus papam.
Francisco I es el nombre 'artístico' elegido por el nuevo papa para designarlo durante su pontificado. Jorge Mario Bergoglio, un jesuita nacido en Argentina, pero de padres italianos, ha sido el elegido de entre sus compañeros cardenales para pastorear a la Iglesia católica tras la dimisión de Benedicto XVI.
Muchas son las esperanzas puestas por sus fieles en este nuevo papa que parece de condición y corazón humilde. Y eso es lo que reclaman los católicos.
"Espero que Dios os perdone por lo que habéis hecho", llegó a decir el pontífice en tono jocoso a sus compañeros tras su elección.
Se ve que Francisco I ha entrado con buen pie en su 'reinado': ha pagado de su bolsillo la estancia en la pensión de Roma donde se alojó durante el cónclave, y parece que es partidario del transporte público.
Austeridad, sencillez y humildad son lo que hace falta en estos tiempos de crisis económica y moral, de valores, que estamos viviendo. Crisis de fe que también vive la Iglesia, tras algunos escándalos que la han sacudido en los últimos tiempos y que le han hecho perder credibilidad y cientos de fieles.
Así, Francisco I parece el mejor y más cualificado encargado para esto que se le ha encomendado. En sus manos está que el catolicismo recobre la fortaleza moral y la misión que tuvo y debería tener siempre.
Francisco I es el nombre 'artístico' elegido por el nuevo papa para designarlo durante su pontificado. Jorge Mario Bergoglio, un jesuita nacido en Argentina, pero de padres italianos, ha sido el elegido de entre sus compañeros cardenales para pastorear a la Iglesia católica tras la dimisión de Benedicto XVI.
Muchas son las esperanzas puestas por sus fieles en este nuevo papa que parece de condición y corazón humilde. Y eso es lo que reclaman los católicos.
"Espero que Dios os perdone por lo que habéis hecho", llegó a decir el pontífice en tono jocoso a sus compañeros tras su elección.
Se ve que Francisco I ha entrado con buen pie en su 'reinado': ha pagado de su bolsillo la estancia en la pensión de Roma donde se alojó durante el cónclave, y parece que es partidario del transporte público.
Austeridad, sencillez y humildad son lo que hace falta en estos tiempos de crisis económica y moral, de valores, que estamos viviendo. Crisis de fe que también vive la Iglesia, tras algunos escándalos que la han sacudido en los últimos tiempos y que le han hecho perder credibilidad y cientos de fieles.
Así, Francisco I parece el mejor y más cualificado encargado para esto que se le ha encomendado. En sus manos está que el catolicismo recobre la fortaleza moral y la misión que tuvo y debería tener siempre.
lunes, 11 de marzo de 2013
El pasado martes, en cuestión de minutos, el orbe entero fue consciente de la reciente muerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. El comandante, odiado por muchos y amador por otros tantos, nunca dejó indiferente a nadie.
Miles de personas siguieron, con lágrimas en los ojos, el cortejo fúnebre con el cadáver de Chávez por las calles de la capital venezolana, Caracas. Otras muchas me atrevería a decir que brindaban en sus casas por aquella circunstancia.
El presidente sigue llamando la atención mediática, pues acaba de conocerse que su cuerpo sin vida será embalsamado y expuesto en el Museo de la Revolución de Caracas, como si de un arma o una medalla de guerra se tratase.
Sin embargo, lo cierto es que ahora lo más importante es el rumbo que tomará el país tras la muerte de Chávez y quién será designado como su sucesor. Sin lugar a dudas, el chavismo, aunque sin su líder, sigue vivo y sus partidarios están dispuestos a continuar con la revolución "rodilla en tierra".
Por otro lado, el principal opositor de este movimiento, Henrique Capriles, acaba de confirmar que será el rival de Nicolás Maduro, vicepresidente y mano derecha de Chávez, en unas elecciones que se celebrarán en abril.
El país está dividido y ambos líderes son fuertes, aunque parece que, sin Chávez, Maduro perderá bastante fuelle.
Dejemos que los venezolanos y la democracia hablen a través de las urnas.
Miles de personas siguieron, con lágrimas en los ojos, el cortejo fúnebre con el cadáver de Chávez por las calles de la capital venezolana, Caracas. Otras muchas me atrevería a decir que brindaban en sus casas por aquella circunstancia.
El presidente sigue llamando la atención mediática, pues acaba de conocerse que su cuerpo sin vida será embalsamado y expuesto en el Museo de la Revolución de Caracas, como si de un arma o una medalla de guerra se tratase.
Sin embargo, lo cierto es que ahora lo más importante es el rumbo que tomará el país tras la muerte de Chávez y quién será designado como su sucesor. Sin lugar a dudas, el chavismo, aunque sin su líder, sigue vivo y sus partidarios están dispuestos a continuar con la revolución "rodilla en tierra".
Por otro lado, el principal opositor de este movimiento, Henrique Capriles, acaba de confirmar que será el rival de Nicolás Maduro, vicepresidente y mano derecha de Chávez, en unas elecciones que se celebrarán en abril.
El país está dividido y ambos líderes son fuertes, aunque parece que, sin Chávez, Maduro perderá bastante fuelle.
Dejemos que los venezolanos y la democracia hablen a través de las urnas.
lunes, 4 de marzo de 2013
'Bellissima' Italia
Italia, la bota del Mediterráneo, está a punto de dar un puntapié. La ciudadanía italiana, entiéndase. Como la mayoría de los países, la bella Italia no se libra de la crisis; ni de la económica ni de la institucional y/o política.
Acaban de celebrarse elecciones al Parlamento de la República y también a los Ayuntamientos y los italianos han confiado -o no les ha quedado otra que depositar su voto desconfiado- en Pier Luigi Bersani, Silvio Berlusconi y Beppe Grillo.
Ahora, lo que los ciudadanos claman en silencio y lo que mejor le vendría al país e, incluso a los países vecinos -pues ya se sabe que Italia forma parte de la Unión Europea y, por ende, de la moneda común-, es un pacto entre los mencionados líderes políticos. Se debería abandonar la pretendida falta de pacto de Grillo.
Los líderes, de derecha; centro e izquierda, deberían ir todos a una por el bien de su país, de su nación, de su pueblo y afrontar con valentía y decisión una profunda reforma en el seno de la política y de las instituciones. De lo contrario, ese pueblo italiano no tardará en dar el puntapié. No tardará en poner en práctica su ya oída expresión 'mandar a casa', que, en español, vendría a ser algo así como 'mandar a tomar viento'.
Tomar la transparencia y la honradez por bandera es lo que hace falta. Pero, a fin de cuentas, esto no dista de lo que se necesita en otros países. Véase España.
Acaban de celebrarse elecciones al Parlamento de la República y también a los Ayuntamientos y los italianos han confiado -o no les ha quedado otra que depositar su voto desconfiado- en Pier Luigi Bersani, Silvio Berlusconi y Beppe Grillo.
Ahora, lo que los ciudadanos claman en silencio y lo que mejor le vendría al país e, incluso a los países vecinos -pues ya se sabe que Italia forma parte de la Unión Europea y, por ende, de la moneda común-, es un pacto entre los mencionados líderes políticos. Se debería abandonar la pretendida falta de pacto de Grillo.
Los líderes, de derecha; centro e izquierda, deberían ir todos a una por el bien de su país, de su nación, de su pueblo y afrontar con valentía y decisión una profunda reforma en el seno de la política y de las instituciones. De lo contrario, ese pueblo italiano no tardará en dar el puntapié. No tardará en poner en práctica su ya oída expresión 'mandar a casa', que, en español, vendría a ser algo así como 'mandar a tomar viento'.
Tomar la transparencia y la honradez por bandera es lo que hace falta. Pero, a fin de cuentas, esto no dista de lo que se necesita en otros países. Véase España.
domingo, 24 de febrero de 2013
España se desmorona
La
estabilidad institucional de España se desmorona. Cada vez hay más casos de
corrupción de cargos públicos que salen a la luz. Incluso, tocan de cerca a la Corona. Por ello, los
ciudadanos cada vez creen menos en los políticos y sus discursos, en
el sistema y en todo lo que toca el poder.
La Justicia no se libra y se lleva uno de los mayores descréditos por parte de la ciudadanía. Esta contempla impotente cómo los procesos judiciales se alargan, cómo los delincuentes salen de prisión sin cumplir apenas las condenas impuestas y cómo el poder judicial está estrechamente ligado al poder político. Así, ¿dónde queda el respeto al artículo 24 de la Constitución? El mismo reza: "Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión" y alude a un proceso público sin "dilaciones indebidas y con todas las garantías", entre otras. Seguramente, los españoles se sientan muy lejos de este precepto constitucional.
Por otro lado, también está de moda -como casi siempre- el tema de la unidad nacional y los separatismos de ciertas regiones españolas. El presidente de la comunidad autónoma catalana, Artur Mas, cada vez da más voz a la vena separatista que recorre su yugular y, quizá como cortina de humo para desviar la atención de asuntos como la falta de financiación de Cataluña, se proclama abanderado de la soberanía y el derecho de autogestión que dice tener el pueblo catalán. Habrá que recordarle otro artículo de nuestra Constitución -también, la suya-. el 8.1, que dice: "Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
La Justicia no se libra y se lleva uno de los mayores descréditos por parte de la ciudadanía. Esta contempla impotente cómo los procesos judiciales se alargan, cómo los delincuentes salen de prisión sin cumplir apenas las condenas impuestas y cómo el poder judicial está estrechamente ligado al poder político. Así, ¿dónde queda el respeto al artículo 24 de la Constitución? El mismo reza: "Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión" y alude a un proceso público sin "dilaciones indebidas y con todas las garantías", entre otras. Seguramente, los españoles se sientan muy lejos de este precepto constitucional.
Por otro lado, también está de moda -como casi siempre- el tema de la unidad nacional y los separatismos de ciertas regiones españolas. El presidente de la comunidad autónoma catalana, Artur Mas, cada vez da más voz a la vena separatista que recorre su yugular y, quizá como cortina de humo para desviar la atención de asuntos como la falta de financiación de Cataluña, se proclama abanderado de la soberanía y el derecho de autogestión que dice tener el pueblo catalán. Habrá que recordarle otro artículo de nuestra Constitución -también, la suya-. el 8.1, que dice: "Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
lunes, 18 de febrero de 2013
De cómo España necesita cambios
Efectivamente. España está sumida no solo en la crisis económica que afecta a la mayoría de los países de este planeta, sino también en una crisis social que debe cambiar si no queremos experimentar mayores y peores consecuencias.
Quizá, el mayor desencanto ciudadano y, a la vez, el mayor problema social se deba a que nuestros políticos -los de un signo y los de otro- no solo no han sabido ni saben gestionar bien esta situación, sino que, además, cada vez más cargos y personalidades públicos se ven envueltos en escándalos de corrupción y abusos de poder.
Por ello, sería imprescindible endurecer la justicia y que, efectivamente y como manda la Constitución de 1978, todos los españoles seamos iguales ante la ley, así como que se cumplan las palabras que el popular González Pons ha pronunciado recientemente: que perteneciendo a la familia -incluso a la más importante- o al partido que sea, cada individuo cargue sin más con las consecuencias jurídicas que deban derivarse de sus actuaciones.
Por otro lado, debería producirse una centralización de las competencias de la Sanidad y la Educación, los ámbitos más importantes de la vida social -considero-, y que estas pasasen a manos del Gobierno del Estado.
En cuanto a la Sanidad, es innegable que esta debe ser pública y de calidad, pues sin salud -o, incluso, sin vida- el ser humano, obviamente, no es nada.
Por lo que respecta a la Educación, ya que esta es la base del futuro y de las generaciones venideras, debería ser consensuada por los partidos políticos sin dejarse llevar por ideología de ningún tipo e instaurar en todo el territorio nacional un sistema educativo accesible a todos y de una calidad que permita formar ciudadanos cultos y preparados para afrontar -casi- cualquier ámbito que les toque vivir. Por supuesto, este sistema educativo no tendría que incluir en sus planes de estudio ninguna asignatura destinada a 'adoctrinar' a sus estudiantes en ninguna ideología.
Estos son los cambios que yo considero más urgentes y de mayor consistencia, si bien soy consciente de que se necesitan muchos más. Y profundos.
Quizá, el mayor desencanto ciudadano y, a la vez, el mayor problema social se deba a que nuestros políticos -los de un signo y los de otro- no solo no han sabido ni saben gestionar bien esta situación, sino que, además, cada vez más cargos y personalidades públicos se ven envueltos en escándalos de corrupción y abusos de poder.
Por ello, sería imprescindible endurecer la justicia y que, efectivamente y como manda la Constitución de 1978, todos los españoles seamos iguales ante la ley, así como que se cumplan las palabras que el popular González Pons ha pronunciado recientemente: que perteneciendo a la familia -incluso a la más importante- o al partido que sea, cada individuo cargue sin más con las consecuencias jurídicas que deban derivarse de sus actuaciones.
Por otro lado, debería producirse una centralización de las competencias de la Sanidad y la Educación, los ámbitos más importantes de la vida social -considero-, y que estas pasasen a manos del Gobierno del Estado.
En cuanto a la Sanidad, es innegable que esta debe ser pública y de calidad, pues sin salud -o, incluso, sin vida- el ser humano, obviamente, no es nada.
Por lo que respecta a la Educación, ya que esta es la base del futuro y de las generaciones venideras, debería ser consensuada por los partidos políticos sin dejarse llevar por ideología de ningún tipo e instaurar en todo el territorio nacional un sistema educativo accesible a todos y de una calidad que permita formar ciudadanos cultos y preparados para afrontar -casi- cualquier ámbito que les toque vivir. Por supuesto, este sistema educativo no tendría que incluir en sus planes de estudio ninguna asignatura destinada a 'adoctrinar' a sus estudiantes en ninguna ideología.
Estos son los cambios que yo considero más urgentes y de mayor consistencia, si bien soy consciente de que se necesitan muchos más. Y profundos.
miércoles, 13 de febrero de 2013
La rueda de prensa que no es
Hace unos días, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, anunció una rueda de prensa para explicar algunos detalles de lo que está sucediendo en los últimos tiempos en el Partido Popular. Para sorpresa de todos, cuando tendría que llegar el turno de preguntas, los periodistas fueron incapaces de llevar este a cabo porque el presidente no estaba compareciendo in situ, sino en otra sala, a través de una pantalla de televisión.
Parece ser que en la prensa de los países vecinos esta costumbre de Rajoy de convocar ruedas de prensa que, en realidad, no son ruedas de prensa es bastante comentada. Y no es para menos. Como alguien dijo alguna vez, "sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo, no hay democracia" y si el presidente del Gobierno español sigue en esta línea suya de citarse con la prensa de manera 'virtual', seguramente -y con razón- los profesionales de la comunicación y de la información acabarán por rebelarse de alguna manera ante un presidente de Gobierno que está empezando a poner demasiadas trabas a ese matrimonio entre el periodismo y la democracia.
Sea como fuere, Mariano Rajoy y el Partido Popular no son los únicos en convocar ruedas de prensa que no admiten preguntas o que tienen vetados algunos temas para los periodistas que acuden a cubrir la información. Esto sucede, incluso, en el terreno deportivo. Por tanto y ante una unión cada vez mayor en este sentido, la parte contraria, es decir, los profesionales de la información, esos intermediarios entre 'los de arriba' y los ciudadanos de a pie, deberían también tomar la decisión de seguir aquello de 'la unión hace la fuerza' y, como decía la escritora Elvira Lindo, dar "un plante" a aquellos que todavía se creen jefes de e intocables por el cuarto poder.
Parece ser que en la prensa de los países vecinos esta costumbre de Rajoy de convocar ruedas de prensa que, en realidad, no son ruedas de prensa es bastante comentada. Y no es para menos. Como alguien dijo alguna vez, "sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo, no hay democracia" y si el presidente del Gobierno español sigue en esta línea suya de citarse con la prensa de manera 'virtual', seguramente -y con razón- los profesionales de la comunicación y de la información acabarán por rebelarse de alguna manera ante un presidente de Gobierno que está empezando a poner demasiadas trabas a ese matrimonio entre el periodismo y la democracia.
Sea como fuere, Mariano Rajoy y el Partido Popular no son los únicos en convocar ruedas de prensa que no admiten preguntas o que tienen vetados algunos temas para los periodistas que acuden a cubrir la información. Esto sucede, incluso, en el terreno deportivo. Por tanto y ante una unión cada vez mayor en este sentido, la parte contraria, es decir, los profesionales de la información, esos intermediarios entre 'los de arriba' y los ciudadanos de a pie, deberían también tomar la decisión de seguir aquello de 'la unión hace la fuerza' y, como decía la escritora Elvira Lindo, dar "un plante" a aquellos que todavía se creen jefes de e intocables por el cuarto poder.
martes, 5 de febrero de 2013
La transparencia de la Corona
La presunción de inocencia es uno de los derechos fundamentales que reconoce la Constitución española de 1978, concretamente, en su artículo 24. De esta forma, aunque estemos imputados en un proceso judicial, todos los españoles somos inocentes hasta que una sentencia firme demuestre lo contrario.
Esto ocurre con Iñaki Urdangarín y el famoso caso Nóos en el que el yerno del rey Juan Carlos I está imputado por un presunto desvío de fondos públicos en su beneficio a través del instituto que presidía y que da nombre al caso abierto.
La corrupción, tristemente, está 'a la orden del día' en España y diariamente salen a la luz nuevos casos que implican a cargos públicos, políticos y demás. Ahora, la corrupción toca de cerca a la familia real y si bien nuestra Carta Magna reza que 'la persona del rey es inviolable', no ocurre lo mismo con los demás miembros de la institución, pues el artículo 14 de la misma reconoce la igualdad de todos los españoles ante la ley sin que pueda haber discriminación de ningún tipo por razón alguna. Por tanto, debe aclararse cuanto antes, por la tranquilidad de la sociedad española y el poco prestigio que le pueda quedar a nuestro país fuera de las fronteras, qué ha ocurrido realmente y qué responsabilidad tiene Urdangarín en el caso.
Si, finalmente, se prueba que el marido de la infanta Cristina es culpable de las actuaciones que se le imputan, también la Casa Real debería tomar cartas en el asunto y decidir cómo 'castigar' a Urdangarin por haber desprestigiado -más aun- a la Corona en estos tiempos que corren, también difíciles para la institución, que es la máxima representación de la nación española y, por ello, debe regalar a los ciudadanos la mayor de las transparencias para que estos puedan seguir confiando y apoyando una institución tan antigua y arraigada. De lo contrario, será mal para la propia Corona y mal para todos.
Esto ocurre con Iñaki Urdangarín y el famoso caso Nóos en el que el yerno del rey Juan Carlos I está imputado por un presunto desvío de fondos públicos en su beneficio a través del instituto que presidía y que da nombre al caso abierto.
La corrupción, tristemente, está 'a la orden del día' en España y diariamente salen a la luz nuevos casos que implican a cargos públicos, políticos y demás. Ahora, la corrupción toca de cerca a la familia real y si bien nuestra Carta Magna reza que 'la persona del rey es inviolable', no ocurre lo mismo con los demás miembros de la institución, pues el artículo 14 de la misma reconoce la igualdad de todos los españoles ante la ley sin que pueda haber discriminación de ningún tipo por razón alguna. Por tanto, debe aclararse cuanto antes, por la tranquilidad de la sociedad española y el poco prestigio que le pueda quedar a nuestro país fuera de las fronteras, qué ha ocurrido realmente y qué responsabilidad tiene Urdangarín en el caso.
Si, finalmente, se prueba que el marido de la infanta Cristina es culpable de las actuaciones que se le imputan, también la Casa Real debería tomar cartas en el asunto y decidir cómo 'castigar' a Urdangarin por haber desprestigiado -más aun- a la Corona en estos tiempos que corren, también difíciles para la institución, que es la máxima representación de la nación española y, por ello, debe regalar a los ciudadanos la mayor de las transparencias para que estos puedan seguir confiando y apoyando una institución tan antigua y arraigada. De lo contrario, será mal para la propia Corona y mal para todos.
jueves, 11 de agosto de 2011
lunes, 25 de julio de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)