Zapatero adelanta las elecciones generales en España para el 20-N

Después de que las voces populares clamaran desde hace muchos meses por un adelanto electoral, el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero ha accedido, final y muy probablemente, presionado por el Partido Socialista (PSOE) a convocar las elecciones generales el día 20 de noviembre de 2011.
Éramos muchos los que creíamos que Zapatero no se iría del cargo sin finalizar su segundo mandato -profundamente marcado por la crisis financiera (y social) y el descontento generalizado de la población española-, pero parece que la presión del pueblo soberano ha terminado por crear otra "crisis" en el Partido Socialista.

Zapatero apenas pinta nada ya en el partido. Rubalcaba ha tomado ahora las riendas del PSOE desde que anunciara su candidatura oficial a la Presidencia del Gobierno español.
Y, aunque en un primer momento parecía que podría haber primarias dentro del partido entre los ministros  Carmen Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba, este, que debe sentirse muy seguro de sí mismo  y de su liderazgo dentro del partido, llegó a declarar que, de haberse celebrado un proceso de primarias, él las habría "ganado de calle" a Chacón.
Sin embargo, quizás Rubalcaba no tiene tan clara su victoria dentro las urnas. Las últimas encuestas realizadas por el instituto Ipsos desvelan una probable ventaja de 8,2 puntos del Partido Popular sobre el PSOE. Esto representa que el PP obtendría el respaldo de un 44,2% de los votantes, mientras que el PSOE lograría alrededor del 36% de los votos.
Por su parte, otro sondeo realizado por DYM le otorga al PP la mayoría absoluta (47,6% de los votos)con 12,6 puntos de diferencia sobre el PSOE (35%).

Volviendo al tema de la situación actual española, desde hace algo así como cuatro años, la tensión ha sido palpable en el ambiente. Poco antes de las anteriores elecciones generales comenzaron a saltar las primeras voces de alarma sobre una crisis económica que, el por aquel entonces presidente y candidato a la presidencia, Zapatero, se empeñó en negar con rotundidad una y otra vez.
Algunos meses después, el propio Zapatero reconocía que la situación económica y financiera no era precisamente boyante.
Poco a poco, el descontento y la crispación de la población española han ido acrecentándose y haciéndose prácticamente insostenibles en los últimos tiempos.
El paro ha llegado a unas cotas históricas, alcanzando más de cinco millones de desempleados -sin contar de los que no se tiene constancia, pero que "haberlos, hailos"-. Sin embargo, hay miles de inmigrantes contratados ilegalmente realizando trabajos mal pagados.
Precisamente, la inmigración es otro de los problemas latentes en la sociedad española. Mientras muchos de nuestros jóvenes se ven obligados a inmigrar a países algo más prósperos que el nuestro, como Alemania, con el fin de encontrar un trabajo con el que poder sobrevivir, día a día vemos en las noticias cómo llegan decenas de inmigrantes ilegales.
Por otro lado, últimamente -y por desgracia-, han salido a la luz diversos casos de corrupción de políticos y funcionarios que han favorecido que la ciudadanía pierda aún más la poca confianza que ya de por sí tenía en la clase política. 
A todo esto hay que añadir el gran fracaso escolar (el mayor de toda Europa), el terrorismo de la banda E.T.A -cuyo fin anunciado nunca parece llegar-, el alto nivel de delincuencia, la inseguridad ciudadana o la violencia en general. Todos estos factores parecen hacer insostenible una España que el 20-N debería cerrar esta etapa de su historia y pasar página buscando una prosperidad en todos los sentidos.
Y, por si fuera poco, el pasado mes de mayo surgía en las redes sociales un movimiento popular, el llamado 15-M o, como sus propios integrantes se autodenominan, "los indignados", que se echaba a la calle. En un principio, parecía que eran ciudadanos normales y corrientes cuya única culpa era que habían perdido la confianza en la clase política y pedían una abstención general en las pasadas elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo. Ahora mismo, su violencia y falta de respeto en muchas ocasiones han hecho que pierdan credibilidad y muchos nos preguntemos qué es lo que realmente quieren y cómo quieren conseguirlo. Quizá ni ellos mismos lo tienen claro.

Ante toda esta amalgama de hechos y acontecimientos, habrá que esperar a las ansiadas elecciones del 20-N para ver qué decide el sabio pueblo soberano.