lunes, 11 de marzo de 2013

El pasado martes, en cuestión de minutos, el orbe entero fue consciente de la reciente muerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. El comandante, odiado por muchos y amador por otros tantos, nunca dejó indiferente a nadie.
Miles de personas siguieron, con lágrimas en los ojos, el cortejo fúnebre con el cadáver de Chávez por las calles de la capital venezolana, Caracas. Otras muchas me atrevería a decir que brindaban en sus casas por aquella circunstancia.
El presidente sigue llamando la atención mediática, pues acaba de conocerse que su cuerpo sin vida será embalsamado y expuesto en el Museo de la Revolución de Caracas, como si de un arma o una medalla de guerra se tratase.
Sin embargo, lo cierto es que ahora lo más importante es el rumbo que tomará el país tras la muerte de Chávez y quién será designado como su sucesor. Sin lugar a dudas, el chavismo, aunque sin su líder, sigue vivo y sus partidarios están dispuestos a continuar con la revolución "rodilla en tierra".
Por otro lado, el principal opositor de este movimiento, Henrique Capriles, acaba de confirmar que será el rival de Nicolás Maduro, vicepresidente y mano derecha de Chávez, en unas elecciones que se celebrarán en abril.
El país está dividido y ambos líderes son fuertes, aunque parece que, sin Chávez, Maduro perderá bastante fuelle.
Dejemos que los venezolanos y la democracia hablen a través de las urnas.